HOTELES. Coronavirus. Uruguay. Dudas para abrir en vacaciones de invierno.

¿Abrir o no en las vacaciones? Hoteles y restaurantes sacan cuentas mientras turismo rural sorprende por volumen de consultas



El sector agradece al gobierno los apoyos recibidos, pero dice que son insuficientes y le exige medidas rápidas y contundentes mientras decenas de establecimientos analizan si abrir en las vacaciones.




Por eso, en estos días, decenas de establecimientos evalúan si abrir o no. Están a la espera de que el gobierno apruebe algunas medidas de estímulo para el turismo interno; de que los ciudadanos den un indicio firme de que prevén moverse; o analizando si les cierra la ecuación de comprometerse con un estricto protocolo de habilitación, considerando la ocupación que podrían concretar y el costo que les conllevaría abrir.

Para entender este comportamiento dubitativo, hay que retroceder en el tiempo y ver más atrás del impacto tremendo de la pandemia. Gerardo Pernigotti, presidente de la Asociación Turística de Colonia, lo explica así: “No es que nos caímos de arriba, ya veníamos sufriendo una merma en el trabajo”. Este declive tiene que ver con nuestra dependencia de los turistas argentinos (63% de la afluencia anual) y de los brasileños (17%).

Primero, la devaluación argentina de 2018 nos dejó “totalmente afuera del mercado”; luego le siguió otra, un año más tarde, a la que se le agregó una batería de impuestos desestimulantes para el turismo en el exterior. También Brasil tuvo dificultades políticas, económicas y cambiarias. Como resultado, la Cámara Uruguaya de Turismo (Camtur) estima que la actividad del sector disminuyó 25% en los últimos dos años. En Montevideo, en ese período, cerraron unos 12 hoteles que empleaban unas 500 personas.

Para ser competitivo, el sector tomó dos caminos: la hotelería redujo en el entorno del 30% las tarifas, mientras que la gastronomía no incorporó en sus precios finales la inflación (cercana al 10%).

El actual subsecretario de Turismo, Remo Monzeglio —expresidente de la Cámara de la Industria Hotelera Turística—, es crítico con la anterior gestión. “No nos dejaron un jardín de rosas, el sector se estaba deshuesando. En estas oficinas la jactancia era la cantidad de turistas, pero los operadores cuestionaban la calidad. Había 3,5 millones de turistas al año, sí, ¿a costo de quién? Porque las tarifas cada vez eran más magras”, plantea.

Pero Monzeglio hoy está del otro lado del mostrador. Le toca darles respuestas a su excolegas ante la cancelación de la zafra de Semana de Turismo y la crisis que generó el cierre de fronteras. Si bien los promotores agradecen los apoyos que lanzó el gobierno —e incluso figuras como la de Francisco Rodríguez, presidente de la Asociación de Hoteles y Restaurantes del Uruguay, aseguran que “el efecto de las mismas es palpable”—, le reclaman que ese alivio es insuficiente y exigen una “reacción rápida y contundente antes de que sea demasiado tarde”.

Todavía no alcanza.

Para justificar los reclamos del sector, y “la relevancia” que cree que debería dársele, Juan Martínez, presidente de Camtur, recuerda los beneficios que le ha traído al país. En los últimos años, el turismo fue el principal generador de divisas individuales, peleando este podio con la industria agrícola y ganadera. Genera ingresos por alrededor de US$ 1.800 millones, lo que se traduce en el 8% del PBI. Es responsable del 28% de las exportaciones totales, y del 60% de las especializadas en servicios. Emplea de forma directa al 11% de la población activa: más de 110.000 personas. “Su desparrame en la economía es tan grande que se pierde”, agrega.

Tras la pandemia, durante los primeros dos meses —que coincidieron con uno de los picos más altos de demanda— el sector cerró. Si en febrero eran unos 2.500 los empleados enviados al seguro de paro, el número escaló a 26.000 en abril y superó los 35.000 en mayo pasado. Hoy se estima que el 85% del personal de las distintas ramas del sector recibe el subsidio que absorbió el Estado.

“Sin embargo, después de cuatro meses, recién la semana pasada tuvimos una medida específica; el resto fueron genéricas para todas las actividades, lo que significa que hasta ahora no nos miraron”, recrimina Martínez. Tal y como él lo ve, el gobierno no está atendiendo al turismo como le correspondería, considerando su cadena de valores, su importancia comercial y como empleador de mano de obra.

En este “período de transición”, de reapertura para promover al turismo interno, reclaman “señales contundentes”. “Lo que vamos a generar en estas vacaciones, a nivel interno, es una movilidad, que puede ser buena en cuanto al consumo, puede servir para reincorporar a algún trabajador, pero es plata de un uruguayo que pasará al bolsillo de otro uruguayo: no va a servir para generar riqueza”, advierte el directivo.

Unos días atrás, el gobierno amplió el plan especial de UTE para el sector que le permitía refinanciar el 70% de su deuda de abril a noviembre, comenzando a pagarla en cuotas desde diciembre. Ahora, UTE y OSE exonerarán el cargo fijo y la potencia contratada —en algunos casos hasta el 100%— para emprendimientos de hotelería, gastronomía, agencias de viaje e inmobiliarias (entre otras ramas).

Fuera de esta medida, las agencias de viaje y empresas de transporte terrestres se beneficiaron de una extensión del plazo para presentar las garantías de funcionamiento ante el Banco de Seguro del Estado y de una financiación de la póliza. También se prorrogó el subsidio de desempleo —que se analiza caso a caso—; se acordó una extensión de los plazos de vencimiento en el sector no financiero; se postergaron los vencimientos con el Banco República y se creó una línea de crédito con tasa de interés ajustada (en torno al 16% en pesos y 5% en dólares), con garantías del Estado y, además, en el caso de empresas unipersonales y monotributistas, se lanzó una línea sin intereses por un valor máximo de $ 12.000.

Para Monzeglio, el subsecretario de Turismo, estas medidas son sinónimo de protección: “Acá el gobierno ha dado tranquilidades”, dice y agrega: “De las pocas satisfacciones que he tenido en el cargo, es la tranquilidad de haber sido un transmisor fiel de las necesidades de un sector que conozco como nadie; el tema es que después no depende más de mí”.

Se refiere a protocolos que todavía no están aprobados y a convenios que aún no se definieron, que las gremiales piden.

En tanto, Martínez, desde Camtur, es escéptico. “No estamos teniendo resultados concretos. Hoy es tiempo de sembrar para cosechar, y si no se siembra quiere decir que la cosecha no importa. Hasta que no se abran las fronteras el sector estará bastoneando. Esto exige que tengamos que recurrir al fondo coronavirus o a un endeudamiento mayor del país para salvar la situación. Y no hay mejor inversión que esta, porque en un año se le va a devolver. De lo contrario se va a caer el sector y el impacto de la mano de obra en la calle será tremendo”.

Lo que falta.

Piden créditos blandos, “pero blandos de verdad”. Días atrás, en entrevista con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Camtur presentó un presupuesto de la liquidez que requiere el sector para sobrevivir: la estimación fue de US$ 20 millones. “Es una cifra ridícula, porque lo que la mayoría no visualiza es que el 80% de estas empresas son pequeñas y familiares. Estamos hablando de un apoyo del 1% de lo que le da el sector al país”, plantea Martínez.

Esta petición es apoyada enérgicamente por la Asociación Uruguaya de Agencias de Viajes. Su presidente, Carlos Pera, calcula que mantener las empresas “en estado vegetativo” —es decir, asumiendo el Estado el costo de los trabajadores en seguro de paro y con las exoneraciones mencionadas de UTE y OSE— conlleva un gasto de entre US$ 2 y US$ 2.5 millones mensuales. Por eso él pide que se declare la emergencia turística. Advierte: “Si acá no viene una ayuda en créditos la situación será caótica”.

Desde el ministerio, Monzeglio confirma que el reclamo está siendo analizado en la OPP, mientras que Economía estudia la petición del sector de ser exonerado del aporte patronal al Banco de Previsión Social y de la suspensión del pago anticipado por el impuesto a la renta y al patrimonio a la Dirección General Impositiva, ambos por un período de hasta tres meses después de la apertura de fronteras.

Pero, pensando en un horizonte más cercano —o sea, en las vacaciones que se vienen—, el sector también demanda que se habiliten incentivos que prosperaron en temporadas pasadas para atraer a extranjeros.

Específicamente, plantean la devolución del IVA y convenios con tarjetas de crédito que a su vez propongan descuentos. Hasta ahora, sin novedades.

Además están a estudio dos proyectos de ley, uno de reprogramación de vuelos internacionales y otro que pretende regular los alquileres para sofocar la informalidad. Y se espera el aval de más protocolos para reabrir servicios.

Unos días atrás el Ministerio de Turismo difundió las condiciones para hotelería y centros gastronómicos. Se decidió que las empresas registradas que reabran firmen una declaración jurada en la que se comprometen a cumplir con las exigencias y luego soliciten ante la dirección de turismo de cada intendencia un sello numerado de habilitación. Serán las comunas las encargadas de fiscalizar.

En la noche de este viernes, finalmente se habilitó la reapertura de las termas; “salió con fórceps”, bromeó Monzeglio por la presión que había para lograr este protocolo. El mismo indica que el aforo del parque termal no puede superar el 50% del que se tenía previamente al COVID-19 (unas 2.500 personas por día en temporada alta) y se deberán mantener seis metros de distancia por persona o grupo familiar en las piscinas cerradas y cuatro en las abiertas. En espacios comunes la separación prevista es de dos metros.

El agua de las piscina deberá cambiarse hasta en un 50% con una hipercloración con cloro granulado que asegure la correcta desinfección y la calidad del agua.

Esta es una gran noticia para el sector. Sin embargo, todavía faltan los protocolos para los organizadores de congresos y eventos —lo cual alimenta la hotelería en invierno—, rentadoras de vehículos, inmobiliarias y agencias de viajes.

HOTELES

Reactivación lenta en Maldonado

Solanas Vacation Club es uno de los nueve hoteles que ya están abiertos en Maldonado. Su gerente, Alejandro D’Elía —que además es directivo del Centro de Hoteles—, cuenta que el principal problema de esta rama del sector fue el final prematuro de la zafra, al cancelarse la Semana de Turismo. A esto se le suma la ausencia de organización de eventos y congresos, rubro que suele mantener los hoteles abiertos durante el invierno. Además, el hecho de que Enjoy esté cerrado también perjudica a su entorno, ya que es un ícono que mueve a la economía de los balnearios cercanos. Solanas, al igual que otros complejos potentes, conservó a buena parte del personal para la manutención de sus instalaciones, y por eso optaron por abrir en julio, intentando facturar tanto como sea posible.

Bienvenida con claroscuros.

Días atrás, Camtur y Ministerio de Turismo convocaron a operadores dispuestos a reabrir para las vacaciones de invierno con el fin de sumarlos a una estrategia de publicidad dinámica en distintos medios de comunicación, aprovechando los créditos a favor disponibles por la suspensión de la Semana de Turismo.

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Remo Monzeglio, subsecretario de Turismo.

“Hay unos 1.000 emprendimientos registrados y se apuntaron en el entorno del 20%”, plantea Martínez. Esa se estima que será la oferta, aunque otras tantas empresas todavía analizan qué hacer.

Es que el entusiasmo, en vez de ir por barrios, va por destinos. Rodríguez, de la Asociación de Hoteles y Restaurantes, cree que las propuestas preferidas serán las de turismo rural, enológico, religioso, aventura, circuitos gastronómicos y complejos hoteleros con entretenimiento en sus instalaciones.

Su intuición está bien calibrada. Marina Contrera, de la Sociedad Uruguaya de Turismo Rural y Natural, es de las pocas que ve el futuro con optimismo. Si bien el 70% de los clientes habituales son extranjeros, al menos el 50% de los establecimientos optaron por la reactivación motivados por la cantidad de consultas —de uruguayos mayoritariamente, pero también de extranjeros deseosos de venir. “No es la gran ola, pero lo bueno es que al final del túnel vemos una luz”, dice.

Nery Coitinho, propietaria de la casa de campo Los mimbres, opina que la sorpresa de la buena demanda está relacionada a la incorporación de un actor nuevo en el turismo interno: las agencias de viajes. Pera, de la asociación que las reagrupa, explica que en estos cuatro meses de pausa hubo capacitaciones y una de ella, muy concurrida, tuvo que ver con el turismo rural.

En el bando de los que tienen esperanzas también está Salto, cuyo núcleo fuerte de visitantes es local. La directora de Turismo, María Noel Rodríguez, estima que tendrán “un movimiento importante”. Confía porque había varias reservas de la Semana de Turismo que están siendo reagendadas, y porque se viene trabajando en la desestacionalización del turismo con un catálogo de alternativas al aire libre, más allá de las famosas aguas. “Lo vemos como un gran momento para agregarles valor a nuestros atractivos”, dice.

“La estrategia más fuerte es la apuesta al Corredor de los Pájaros Pintados”, dice en referencia a un paseo que conecta a distintas localidades que bordean el río Uruguay y en donde se practica, entre otras actividades, la pesca deportiva, que está habilitada. Además cree que la zona de la represa tendrá su atractivo, al igual que un emprendimiento de turismo aventura en Daymán. También se está preparando un circuito comercial y cultural en la ciudad, considerando que este fue el segundo aspecto valorado —luego de las termas— por los visitantes en una encuesta reciente.

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Las termas ya están habilitadas. Foto: Cortesía Intendencia de Salto.

En Rocha, trabajando codo a codo con las agencias de viajes, de acuerdo al perfil de los turistas, la mayoría de los “micro destinos” están planificando su reactivación. Eso sí: “De menos a más”, dice Delvair Amarilla, presidenta de la Corporación Rochense de Turismo. Se refiere a cierta cautela de no volver a tomar personal —hay 5.000 en seguro de paro— hasta no tener la certeza de que habrá reservas.

Si los establecimientos rurales están entusiasmados con su inesperado protagonismo, en las zonas de sol y playa avanzan con paños fríos. En La Paloma, por ejemplo, se estima que entre el 30% y el 50% retornará a la actividad. “Lo hacemos por responsabilidad, para no dejar al destino caer y que se convierta en un balneario fantasma”, dice Robert Caballero, de la Liga de Fomento y Turismo.

Pernigotti, de la Asociación Turística de Colonia, está en la misma sintonía. Este mojón del turismo que no cierra nunca viene debilitado por las últimas temporadas con menos llegada de argentinos, y la pérdida de la Semana de Turismo fue “un golpe mortal”. Su estabilidad —como la de Montevideo y Maldonado— dependen de la apertura de las fronteras. “Todavía no tenemos señales de reservas. Para nosotros el turismo interno representa el 10% de la afluencia, y el mejor escenario podría ser captar ese otro 10% correspondiente a ese uruguayo que por lo general sale del país a vacacionar”, dice.

Los 140 negocios gastronómicos y los 70 hoteles están levantando la persiana de a poco. “La mayoría de los que ya abrieron —el 10%— lo hicieron aclarándonos que lo hacen para minimizar las pérdidas, para cambiar el estado de ánimo. Porque los grandes hoteles de todas maneras tienen personal trabajando en el mantenimiento, pero nadie abre pensando que va a empatar: es a pérdida en la mayoría de los casos”, señala Martín De Freitas, presidente de la Cámara Hotelera.

En tanto, Montevideo viene repuntando desde fines de junio, aunque con una ocupación muy baja. Rodríguez, el de la Asociación de Hoteles y Restaurantes, adelanta que en estos días reabrirán entre tres y 10 hoteles. Uno es de la cadena Hilton. Desde la administración dicen: “Mes a mes vemos una lenta mejora del cliente local”. También confirma que comenzaron a reincorporar a parte del personal.

La reactivación de las fronteras punto a punto será clave para el sector. A esto apuestan las autoridades, que celebran los avances en la conectividad. “Los únicos números que puedo tener en la cabeza son los del crecimiento que esperamos tener de a poquito”, dice Monzeglio.

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En el mejor de los escenarios se estima que unos 120.000 uruguayos se movilizarán en los destinos turísticos en las próximas vacaciones. Foto: R. Figueredo

También tiene expectantes a los operadores de los destinos que todavía no sintieron esta crisis porque brillan en verano. Es el caso de Maldonado. El Centro de Hoteles estima que el 35% estará abierto en los próximos días, estimulados por el incremento de la población local e intuyendo que tal vez tengan visitas. Pero el verdadero objetivo está puesto en octubre: “Cuando termine la temporada europea y podamos ver cómo les fue a ellos, qué cosas podés hacer y cuáles no, qué errores hay que evitar”, explica Gastón Figún, de la Corporación Gastronómica.

Al menos tenemos ese consuelo: jugaremos con las cartas a la vista.

DOS PROYECTOS DE LEY

Combate contra la informalidad

Son dos las leyes que las gremiales les reclaman al gobierno. Por un lado, está la de reprogramación de viajes, una norma hija del coronavirus que, según dicen quienes la promueven, busca darles garantías a los pasajeros que quieran reagendar los vuelos que ya fueron pagados a las aerolíneas. Carlos Pera, presidente de la Asociación Uruguaya de Agencias de Viajes, explica que cuando estos pasajes se compraron mediante una de las empresas que él representa, y luego no aparece una solución ágil por parte de la compañía aérea, se generan rispideces que pueden dañar la relación con el cliente. Por otro lado, Remo Monzeglio, subsecretario de Turismo, anuncia con orgullo que está pronta la redacción de un proyecto de ley que quiere regular los alquileres por distintas plataformas o de forma directa con los propietarios, principales protagonistas de la informalidad y la competencia desleal que denuncia el sector. Según supo El País, el texto prevé que cada inmueble sea registrado en el ministerio y reciba un número. No podrán comercializarse los que estén por fuera. Así, el cliente tendrá garantías de la calidad del servicio que paga, y el sector podrá comprobar que estos efectivamente abonen impuestos.

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